COLOMBIA (AndeanWire, 02 de Junio de 2015) Mientras se convierte en la próxima estrella del fútbol, su hijo está adquiriendo habilidades y competencias básicas para su desarrollo motor y social.La práctica de algún deporte debe incorporarse desde los primeros años de vida en las actividades de los niños, pues además de estimular sus habilidades motoras, los deportes, especialmente aquellos que se practican en grupo o equipo,  fortalecen sus competencias sociales.

Para Sandra Alejo, Psicóloga especialista en desarrollo infantil de FAB®,  “El fútbol, considerado el deporte rey por  ser el más popular alrededor del mundo, es tal vez una de las prácticas deportivas más atractivas para niños y niñas, que aman llenarse de polvo y untarse de tierra mientras corren tras el balón para anotar un gol: una acción que estimula el reconocimiento personal  por el esfuerzo físico y  mental que implica, pero a su vez plasma el valor del compañerismo y el trabajo en equipo”.

Aunque no debe descartar ningún deporte, a la hora de elegir alguno para su hijo, anímelo a practicar uno que sea en equipo, que no sólo le ayudará a desarrollar una mejor condición física en cuanto a la resistencia cardiovascular o  la potencia muscular de sus piernas, sino que será el mejor punto de partida en su proceso de socialización, pues al participar en diferentes grupos y realizar actividades con otras personas el niño va incorporando habilidades básicas para desenvolverse en el plano social.

El poder del juego trasciende a toda la familia, por esto un niño que desde edad temprana práctica un deporte como el fútbol, no sólo sentirá la motivación personal de alcanzar metas y sobrepasar sus propios logros, sino que  irá formado su autoestima a través de las críticas constructivas o elogios de su familia. “Proponerles metas adecuadas y realistas a nuestros pequeños campeones, transmitiéndoles confianza en sí mismos sin dejar de valorar el trabajo de sus compañeros y reforzarles la disciplina, la tolerancia y  el respeto por las opiniones  de los demás contribuirá a que se integren y  desenvuelvan socialmente de forma independiente”, agrega la Psicóloga especialista en desarrollo infantil de FAB®.

 

 
 

Mientras juegan fútbol los niños se educan y se divierten

Como en cualquier deporte,  la práctica del fútbol implica riesgos  como pequeñas lesiones, así como ropa manchada de pasto y barro, sin embargo,  esto no debe convertirse en impedimento para que su hijo juegue este deporte universal que ha sido reconocido por Unicef como una herramienta educativa valiosa.

A nivel afectivo y emocional el fútbol contribuye  en el desarrollo de competencias sociales como el apego: capacidad de establecer lazos afectivos con otras personas;  la empatía: capacidad de ponerse en el lugar del otro y entenderle;  asertividad: capacidad de defender los propios derechos y opiniones sin dañar a los demás; cooperación: capacidad de colaborar con los demás para lograr un objetivo común; comunicación: capacidad de expresar y escuchar sentimientos, emociones e ideas y el autocontrol: capacidad de interpretar las creencias y sentimientos propios y controlar los impulsos.

Así mismo este deporte aporta grandes beneficios a nivel motor. En cuanto a coordinación, el fútbol combina acciones musculares de varios segmentos corporales y grupos musculares, así como la intervención de todo el cuerpo y la relación con la percepción espacio-temporal. Centrándonos en el desarrollo de esta agilidad específica, con el fútbol se desarrolla: coordinación general en el desplazamiento;  coordinación con acción técnica, al realizar ejercicios con cambios de frecuencia o dirección usando materiales como picas, aros, conos, etc. y coordinación óculo-motriz al realizar un disparo o controlar un pase.

De igual forma, la práctica del fútbol combina ejercicios de velocidad y fuerza que ayudan a desarrollar la agilidad: unión entre habilidades motrices y cualidades físicas para controlar el cuerpo en toda su perfección y el equilibrio: mantener una posición corporal frente a la fuerza de gravedad.